QUINTO DÍA
CAPÍTULO III
MANUAL PARA DESESPERADOS
Nuestra Indefensión en el mundo -desde
todo punto de vista- hace que en gran medida nos sintamos desamparados, y para
colmo nuestro, se nos viene la loca idea –socialmente aceptada y celebrada- de
depender de un otro. Uno guiado por la buena fe humana y el genio bonachón de
la ingenuidad cree que esta cohesión servirá para romper con el sentimiento de
separatidad, no obstante uno cae de bruces sin pensarlo en un fosa aún más fangosa: la relación
afectiva con una persona.
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza.
Córtame el cuello.
Nada queda de mí
después de este amor.
Entre los escombros
de mi alma, búscame,
escúchame.
En algún sitio, mi
voz sobreviviente, llama,
pide tu asombro, tu
iluminado silencio.
Jaime Sabines no pudo haberlo
dicho de mejor manera, así dueles después de todo, así dolerás después de nada.
Desesperación es ¿el paso previo al olvido? Esperemos que no, pues las áridas
tierras del olvido jamás estarán habitadas por tus veranos, eres luz, no podrías cohabitar en mi olvido. Temo, temo mucho tu olvido, pero aún temo mucho mas mi olvido, es
verdad, juré jamás olvidarte, pero tu ausencia me seduce a olvidarte, me
acaricia y me sosiega. Un momento!! No podré olvidarte, no porque no se pueda,
sino porque no quiero, estás aquí. Aún estas aquí.
El día de ayer, sentirte a lado mío,
fue un aliciente para saber que efectivamente es un sueño, un mal sueño, donde
por indigestión de comida mi aparato digestivo le cobra factura a mi sistema nervioso.
Un sistema nervioso que me exige prudencia, y que irónicamente en las noches de
sueño, calladito te llora. Un momento, no llora por solidaridad, sino porque mi
corazón ya no late como lo hacía en tu presencia... ¿qué hago? si mis labios me
odian por tu ausencia, si mis manos me envenenan por mi soledad, si mis ojos se niegan
a seguir órdenes si es que no te ven, si mi misma alma me llora, quiere
irse, dejarme pétreo detrás tuyo..
amador amado